El sonido es vibración, que se transmite a través del aire, el agua o materiales sólidos y es percibida directamente por el oído humano. Los sonidos juegan un papel central en la comunicación, la música y nuestra percepción del entorno. Además del sentido del tacto, el oído es el primer sentido que se desarrolla en el embrión y es completamente funcional muy temprano en el embarazo. Las vibraciones también se perciben a través del sentido del tacto. Por eso, en la terapia de sonido, colocamos los cuencos directamente sobre el cuerpo.
Tanto el sonido como la música y todos los demás ruidos de nuestro entorno nos llegan directamente. Los sonidos pueden ser increíblemente beneficiosos, mientras que los ruidos desagradables pueden casi enfermarnos.
En esencia, podemos decir: “Los sonidos son música para nuestras células.” Imagina cómo te sientes cuando escuchas tu canción favorita. Así es como se siente cada célula de tu cuerpo cuando percibe los sonidos naturales y primarios de los cuencos tibetanos. Nuestras células se mantienen o vuelven a su ritmo y, por lo tanto, a su estado saludable original. Esto estimula las poderosas fuerzas de autocuración de nuestro cuerpo, permitiéndole sanar. Las tensiones, bloqueos, órganos o áreas del cuerpo enfermas consisten en células que ya no vibran en su frecuencia original.
El sonido y la música se diferencian principalmente por su estructura e intención. El sonido es cualquier vibración audible transmitida a través de un medio. La música, en cambio, es una forma organizada de sonidos, creada deliberadamente a través de la composición y la interpretación para evocar, por ejemplo, respuestas emocionales. Mientras que el sonido abarca un amplio espectro de fenómenos acústicos, la música se refiere específicamente a la disposición artística de tonos y ritmos. Pero el ritmo también es vital.
El ser humano es, en esencia, una composición de sonido/vibración y ritmo. Un organismo saludable es una combinación de muchos biorritmos que vibran armónica y rítmicamente juntos. Cada biorritmo corporal tiene su propia frecuencia/vibración. Solo cuando todos están sincronizados y su ritmo vibratorio no se ve perturbado, estamos saludables. Los sonidos armónicos de los cuencos tibetanos tienen un efecto positivo en los biorritmos del cuerpo, no solo en humanos, sino también en animales.
Cada ser vivo tiene su propio sonido, que se refleja en su voz, su forma de moverse y también en la energía que lo rodea. De ahí surgen expresiones como: “Estar en la misma onda”, “Estar en sintonía”, “Ir por la vida con alegría”, “Ponerse en marcha”, “Perder el equilibrio”, etc.
El cuerpo humano está compuesto por aproximadamente 70-80% de agua. El sonido/vibración se transmite a través del agua y es, en esencia, un masaje hasta nuestras células más pequeñas. El efecto del sonido es muy complejo. Aplicado profesionalmente, como en las terapias con cuencos tibetanos, el sonido actúa no solo a nivel físico, sino también a nivel mental y emocional. Puede, por ejemplo, estimular emociones bloqueadas por un trauma. Los sonidos de los cuencos tibetanos pueden iniciar procesos regenerativos, como la activación de las fuerzas de autocuración. Estimulan nuestra imaginación, nuestra capacidad de visualización y los procesos de pensamiento, pudiendo acompañar muy positivamente el desarrollo personal y contribuir a la resolución de problemas.